jueves, 3 de febrero de 2011

Javier (I), empezando por el final

Javier pronto cumplirá 4 años.

Todavía no anda. Todavía usa pañal. No sabe beber de un vaso. Su vista es muy mala.

Va aprendiendo bastantes palabras... con su lengua de trapo.

Javier no es más cariñoso que sus hermanos, es un mito sobre los Down.

Javier tampoco es más simpático o sonriente que sus hermanos.

Javier no es más bajo o gordito que sus compañeros de clase.

Quiere mucho a su familia, pero también lo hacen sus hermanos.

Le cuesta más que a sus hermanos aprender cosas, pero, a su ritmo, también las aprende.

Javier no da sentido a mi vida, ya lo tenía antes, pero con él no lo ha perdido.

Eso sí, Javier es feliz, muy feliz... rotundamente feliz.. y la verdad es que contagia.

Eso hace que casi se nos olviden sus primeros años, y es que, Al final nada es para tanto.

5 comentarios:

  1. Javier por contra 'SI' tiene unos padres como la copa de un pino.
    Javier tiene unos padres cariñosos, felices, perseverantes y buenos.
    Javier tiene unos buenos hermanos. Los mejores para el.
    Javier tiene una gran familia. La mejor familia para el.

    ¡Eso si que es para tanto!

    En fin, que voy a decir, ¡Valeis mucho chicos!

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  2. Gracias, Javier, pero creo que exageras.

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  3. Javier además tiene unos padres tremendamente valientes,se han atrevido y permitido compartir sus sentimientos los buenos y los malos, se han permitido estar aquí y ahora en cada uno de los momentos que han pasado en esos casí 4 años. Os aseguro que me siento afortunada de haber podido compartir ese camino con vosotros. Gracias por esta idea y gracias por tus palabras, a veces los malos momentos compartidos se llevan mejor, creo que podemos dar fe de ello.
    Un abrazo

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  4. Recuerdo cuando nació mi primer hijo. Era verano. Hacía un calor sofocante. Había nacido a las cuatro de la tarde de un domingo y tanto abuelos como tíos estaban fuera de la ciudad disfrutando del buen tiempo.

    Recuerdo las horas en la habitación. Los primeros lloros. Y recuerdo la noche. Recuerdo el calor y el sudor que hacía que se me pegase la ropa al cuerpo. La madre, descansando en la cama. El niño, recién dormido en la cuna a su lado. No podía dormir y salí a pasear por los pasillos de Virgen del Camino.

    El niño ya estaba allí, pero todavía no había sido reconocido por el pediatra. Parecía perfecto, pero necesitaba que me lo confirmaran. No soy una persona especialmente creyente, pero pasé por delante de la capilla y entré. Todo estaba en silencio y pensé que debía pedir algo. Ya que iba a ser la única vez que iba a pedir algo y no era para mí, decidí pensarlo muy bien. Entonces me di cuenta de lo que era verdaderamente importante. Me daba igual que fuese inteligente o retrasado. No me importaba qué pudiera decir el pediatra sobre su salud, que viviese mucho o poco. No me importaba poder ofrecerle todo lo material... no.. solo pedí una cosa: que fuese feliz. Yo estaba dispuesto a asumir cualquier carga con tal de que él fuese feliz.

    A día de hoy, casi 11 años después, puedo decir que lo es. Y eso es lo único importante.

    Un saludo de un viejo amigo anónimo ;)

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  5. Gracias Mariano y enhorabuena. Erea grande y nso engrandeces. Un beso enorme

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